Un conocido monumento industrial como nuevo lugar para el arte
A pesar de que Liubliana es conocida como una ciudad que fue moldeada significativamente por su gran hijo, el arquitecto Joze Plecnik (sus obras en la capital eslovena fueron inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial en 2021), nunca se podía pasar por alto el monumento industrial Cukrarna, incluso cuando llevaba décadas abandonado a su suerte. El llamativo edificio capta inevitablemente nuestra atención cuando se visita la presa de Plecnik, en el río Ljubljanica, o cuando la mirada se posa en una maravillosa reliquia de la arquitectura de la época socialista eslovena, el garaje de coches tgh-48 de Savin Sever (1961), que es patrimonio protegido desde 2018.
El edificio industrial Cukrarna se construyó en 1828 como refinería de azúcar y fue la mayor fábrica de la Monarquía Austrohúngara a mediados del siglo XIX. En 1858, tras un gran incendio, su destino fue una incógnita. Tras su reconstrucción, fue habitada por soldados, obreros y marginados de la sociedad, y se cerró en 1980.
En 2008, la ciudad adquirió el edificio y convocó un concurso internacional para convertirlo en un centro de arte contemporáneo, que ganó el estudio de arquitectura esloveno Scapelab con un concepto radical. Demolieron el edificio existente, de techos muy bajos, e introdujeron un volumen de varias plantas completamente nuevo en el armazón vacío, suspendido de una nueva cercha.
Este volumen tiene un diseño escultórico y deja el centro del enorme vestíbulo completamente abierto en la parte superior. Lo antiguo y lo nuevo deben distinguirse claramente, pero ambos deben dialogar entre sí. Por eso, las galerías flotantes mantienen ahora una distancia respetuosa con los muros exteriores, que se apoyan en un armazón interior de hormigón.
Ésta, remarca todos los huecos de ventana de la fachada y hace así visible la antigua mampostería en toda su potencia visual. Los cuerpos flotantes con un armazón de chapa blanca perforada no permiten reconocer desde la entrada central ni sus tres niveles de exposición ni las instalaciones que contienen. Son volúmenes escultóricos que mantienen la distancia con la fachada mediante puntales de acero.
Si se entra en el nuevo recinto artístico desde el río por su lado estrecho, la primera impresión del espacio sobrecoge e inmediatamente se puede imaginar que la renovación y reorganización del Cukrarna fue una obra compleja. Ha costado 21,5 millones de euros a la ciudad. Primero tiene que establecerse como sede del arte contemporáneo, con dos o tres exposiciones al año. Una sala de conferencias, una sala de seminarios y una cafetería, muy popular en verano, pretenden hacer aún más atractivos el Cukrarna y el escaso, pero bellamente diseñado espacio abierto que rodea el edificio.
La 35ª Bienal de Arte Gráfico de Liubliana acoge una exposición colectiva hasta el 14 de enero de 2024. Durante todo el año, sin embargo, este nuevo lugar para el arte invita a los visitantes a disfrutar de una visita arquitectónica. En ella nuestros guías locales han sido capaces, hasta ahora, de convencer a todos los visitantes de que Liubliana, como ciudad, merece una visita.
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