19 ª Bienal de Arquitectura de Venecia
Fue en 1895, cuando el alcalde en ese momento, junto con algunos amigos artistas, organizó por primera vez una exposición internacional de arte en el parque, que aún se conocía como los «Jardines Napoleónicos». Más de 200.000 personas acudieron a ver la exposición. Así comenzó la exitosa historia de la Bienal, que desde hace tiempo se divide en varias ramas, que incluyen no sólo arte y arquitectura, sino también danza, música y teatro, así como el festival anual de cine que se celebra en el Lido. La Bienal se ha convertido en una enorme organización que configura la vida cultural -y económica- de la ciudad. Desde hace mucho tiempo, el parque, rebautizado hace años como Jardines de la Bienal, no ha podido acoger a todas las naciones participantes (el año pasado fueron 88). Los primeros pabellones nacionales se construyeron a principios del siglo XX y hoy el parque alberga joyas de muchos arquitectos de fama mundial, de modo que una visita a la exposición es siempre también un breve viaje arquitectónico alrededor del mundo.
Otras naciones tienen su lugar en el Arsenal, que se ha ido añadiendo desde la primera Bienal de Arquitectura en 1980 bajo la dirección de Paolo Portoghesi, o repartidas por la ciudad, en un palacio, un antiguo astillero, un apartamento privado o un patio, lo que permite acceder a lugares que de otro modo serían inaccesibles.
«Inteligente. Natural. Artificial. Colectiva» es el título de la 19ª Bienal de Arquitectura de este año. Tras el ajetreo de la inauguración exclusiva, abrirá sus puertas al público en general del 10 de mayo al 23 de noviembre. El comisario es el arquitecto, urbanista y teórico de la arquitectura italiano Carlo Ratti, conocido por sus visiones urbanas del futuro moldeadas por la digitalización, profesor en el Politécnico de Milán y el MIT y responsable de la mayor exposición de arquitectura del mundo. Se centra en la arquitectura y los espacios urbanos capaces de responder dinámicamente a las necesidades de las personas y el entorno.
Él mismo acuñó el término «ciudad con sentido». En esta ciudad, las enormes cantidades de datos que producen a diario sus habitantes no sólo se utilizan para optimizar las infraestructuras urbanas, sino que también interpretan el comportamiento en los espacios urbanos y contribuyen así a la formulación de nuevos paradigmas de diseño. Las exposiciones de la Bienal de los últimos años han demostrado que una exposición de este tipo ya no consiste en representar los últimos logros nacionales, sino que se entiende más bien como un espacio experimental.
Podemos suponer que el comisario sigue este planteamiento, como dice Ratti en su convocatoria: «Para hacer frente a un mundo en llamas, la arquitectura debe aprovechar toda la inteligencia que nos rodea».
Texto: Anabel Gelhaar, MOVEnice