En el Valle Virgen
Como si yo fuera el primero. Rodeado de un paisaje virgen y sin precedentes. Avanzo con cuidado. Miedo, respeto, asombro. Cada paso es nuevo, para mí, para la humanidad. Pienso en Armstrong mientras pone su pie en el polvo gris de la luna. Colón, que embistió cruces en la arena virgen, y Magallanes, que se moría de hambre en el Pacífico. Esperan conquistas, pero piensas en exploración: Jean-Jacques Rousseau, Alexander von Humboldt, James Cook. Midiendo el mundo.
Mi ojo, maltratado por la avalancha de medios, está cegado. Un paisaje sin el menor toque de color. Blanco, la reducción al mínimo. Recuerdos de paisajes de montañas suavemente cubiertas de nieve. Esta calma absoluta en el entorno monocromático. Me detengo contemplativamente, me froto los ojos. El tiempo se detiene, mi mente descansa en el ahora.
Si no hubiera aquellos bordes cortados con precisión. Recuerdo los elogios a la sombra de Tanizaki Jun’ichirōää. La esencia arquitectónica absoluta, la reducción a la nada. Ahora supongo que debe ser un retrato, una réplica del mundo real. La representación precisa de una realidad encontrada. Eliminando opiniones fugaces, prejuicios, ultrajes rápidos y medias verdades. Entonces la medición, las estadísticas, el análisis. El fact check en nuestro mundo posmoderno, post-ilustrativo.
Como un salvaje más noble, camino sonámbulo por el valle virgen e inocente. ¿Pero realmente forma parte de la acción? Me estoy dando cuenta ahora que hay diferentes valles. Zoom in, zoom out. ¿Soy espectador, actor o creador? Falta cualquier referencia del tamaño. ¿Todo esto pasa solo en mi cabeza? ¿Es arte? Según Beuys, ¿es la interacción intelectual entre el artista y el espectador?
Con su Virgin Valley, la artista y arquitecta Steffi Herr nos lleva a un mundo artificial de sueños. Tres relieves de 30 x 40 cm, cortados con precisión y dedicación. Como parte del equipo de Guiding Architects Barcelona, también enseña a los visitantes interesados el mundo del arte en la metrópoli catalana.
La poesía es un engaño, en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar. (Gorgias, citando a Plutacro, 650 N.C.)
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